El tequeño Orlando Parra Sosa, reconocido como el padre de las artes marciales en el estado Miranda, se inició en el hapkido cuando tenía 18 años de edad. Fue en la ciudad de Norfolk, Virginia, Estados Unidos, en el año 1966.
Allá se encontraba prestando el servicio militar en la Armada de Venezuela,
abordo del submarino S-11 Carite.
Entonces conoció a su primer gran maestro, un survietnamita de apellido
Ling, quien era instructor de los boinas verdes que combatían en la guerra de
Vietnam.
En el año 1968 regresa a su patria, muy entusiasmado con las artes marciales, y decide continuar practicándolas, pero lamentablemente en nuestro país solo existían cuatro escuelas en las que podría encontrar su especialidad preferida: la Gudo Kang, la Shudo Kan, la Rembunkam, y la Tak, pero en ninguna de esas impartían el hapkido.
Puso todo su empeño para aprender tan difícil arte y en muy corto tiempo
empieza a destacarse tanto en torneos nacionales como internacionales. Lo ayudó
mucho el hecho de que junto a él practicaba el maestro Choi Hong Hi, noveno dan
y presidente de la Internacional Tae Kwon-do Federation. Orlando fue evaluado
por Hong Hi y en 1969 califica para portar el cinturón rojo.
También compartió y aprendió mucho con su inigualable compatriota Armando
Chavero, residenciado en Europa, sub campeón mundial de tae kwon-do (Seúl,
Corea del Sur, 1973), quien una vez lo acompañó durante el I Festival Nacional
de Artes Marciales, realizado en la Universidad Central de Venezuela.
El primer gran triunfo de Orlando Parra Sosa como atleta lo concreta en el
Torneo de las Antillas, realizado en Aruba en 1970, al titularse campeón luego
de dominar en la final al norteamericano Jhon Steve. Después fue el mejor en el
Campeonato Nacional de Tae kwon-do Caracas 1971, en primera categoría, disputado
en el Club YMCA.
Otros buenos logros alcanza como instructor, en la escuela que fundó en Los
Teques, en la que formó a magníficos atletas, entre esos Dhorsy Marín, Juan
Aro, Álex Argotte, los hermanos Rafael y Antonio Matute, así como el gran
sensei en aikido Luis Ramón González.
También resaltó en el paracaidismo, vuelo en parapente, y submarinismo
En el paracaidismo se inició en la Fuerza Aérea de Venezuela, en la Base de
Palo Negro. Allá presentó una exhibición de tae kwon-do, y fue tan extraordinaria,
que de inmediato lo contrataron como instructor.
En esa institución se le dio la oportunidad de realizar varios cursos de
paracaidismo acrobático. Sus compañeros fueron, entre otros: Tomás Enrique,
José “Fosforito” Morales, Félix García, y Pedro Graterol. Unas semanas más
tarde viaja a USA, al Centro de Instrucción Deland, Florida, y logra
certificarse como instructor A.F.F., obteniendo la licencia clase D (Experto).
Además, se hace miembro de la U.S.P.A. (Asociación de Paracaidismo de los
Estados Unidos).
Regresa a Venezuela y salta desde la Torre Oeste del Parque Central. Unos
días después se lanza desde el Salto Ángel, acompañado de una delegación del
Centro de Sky Nive Deland, para certificar su actuación. El éxito fue total.
De igual manera brilla en el vuelo en parapente. Trabajó en la Escuela
Wind, primera de ese deporte en nuestra región, ubicada en El Jarillo, en donde
enseñaba a los jóvenes de la localidad y a muchos otros provenientes de
distintos lugares del centro del país. Fue pionero también en Venezuela de los
vuelos en ala delta (Ikaros).
En 1982 continúa buscando aventuras, y obtiene el título de submarinista
PADI (Professional Asociation of Diving Instructors), y en 1984 realiza un
curso como piloto de aeronaves, obteniendo luego su licencia como aviador.
En el año 1991 fue enviado a Buenos Aires para profundizar sus estudios, y
logra certificarse como piloto acrobático, fumigador, e instructor de vuelo en
la Fuerza Aérea de Argentina.
Fundó, junto a sus hijos Ramsés, Renzo, y Ray, la primera escuela de rapel
extremo de nuestra región, cuyas prácticas se efectuaban en el puente de
Carrizal.
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