El tequeño Amado Rivas, consentido de la calle Ayacucho, se distraía, cuando era un niño, practicando baloncesto, beisbol, y voleibol, pero se decidió por el atletismo.
Su primer gran maestro fue el inigualable Elio Hernández, con quien se
pulió rápidamente para convertirse en pieza importante en las selecciones de
Guaicaipuro y de Miranda.
Con la camiseta gris y amarillo se impuso un montón de veces en distintos escenarios de nuestro país, y por eso fue llamado por la Federación Venezolana de Atletismo para que nos representara en los XI Juegos Deportivos Bolivarianos Maracaibo 1989.
En esa competencia conquistó la medalla de bronce en los 3.000 metros con
obstáculos, aportando su granito de arena para la octava coronación consecutiva
de nuestro país.
También fue muy bueno en competencias inter- institutos universitarios, en
los que impuso récord nacional en su prueba preferida.
Junto a él se formaron como fondistas los también tequeños Eduardo Navas y
Juan Díaz, otros grandes de la disciplina, quienes aseguran que Amado Rivas fue
el atleta de la época que durante más tiempo se mantuvo activo.
Fue hasta 2002, luego de matar la liga en la categoría máster. Ese año
además se ganó la medalla de bronce en los 10.000 metros correspondientes al
Campeonato Nacional de Adultos, realizado en Barquisimeto.
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