Francisco Hernández, consentido del sector El Cementerio, en Los Teques, participaba en cada caimanera de beisbol, fútbol sala, baloncesto, o voleibol. Además, se colaba en algunos maratones, y hasta boxeaba.
Siempre fue seguidor de los deportes, y en los años 70 se lucía en el
atletismo, especialmente en pruebas de velocidad. Lo demostró en repetidas
ocasiones en competencias locales.
Pero su hermano Sebastián, un reconocido instructor de levantamiento de
pesas, observó que poseía las características idóneas para esa disciplina, y lo
convenció para que se incorporara a sus entrenamientos.
Trabajaba muy duro en el Gimnasio Rafael Trómpiz, que se encontraba ubicado
en el desparecido Parque Cecilio Acosta, por lo que rápidamente fue llamado a
integrar las selecciones del municipio Guaicaipuro, con las que se impuso en
torneos disputados en cada rincón del estado Miranda.
Por eso logró vestirse con el uniforme gris y amarillo, para conquistar el título de campeón nacional juvenil en la división pluma. Fue en el año 1973.
Ingresa al Instituto Pedagógico de Caracas, para iniciar sus estudios de
Educación Física, y cuando cursaba el primer semestre le tocó representarlo en
los I Juegos Nacionales de Institutos de Educación Superior 1974 (Juvines), que
se disputaron simultáneamente en Maracaibo y Caracas.
En tan prestigioso evento se coronó en la división ligeros, derrotando a
fuertes competidores, considerados favoritos, solo porque defendían los colores
de la Universidad Central de Venezuela, Universidad de los Andes, de Carabobo,
y del Zulia. Pero el muchacho tequeño, prácticamente un desconocido a nivel
nacional, los puso a todos de rodillas.
Por esa tremenda actuación, fue incorporado a la selección nacional de
Venezuela, al lado de los más grandes de la época, como Carlos Uzcátegui, Juan
Peraza, y Alejandro Espinoza.
Además, compartió con otro tequeño, Rafael Trómpiz, uno de los mejores en
la historia de la halterofilia nacional.
“El viejo Trómpiz fue mi mayor inspiración. Él era muy bueno. Yo soñaba con
igualarlo”, recordó.
Su última presentación en escenarios venezolanos fue en los Juegos
Deportivos Nacionales de San Cristóbal 1986, en la categoría adultos. En esa
contienda se apoderó de la medalla de bronce.
Al abandonar las plataformas se dedicó por completo al trabajo en las
escuelas y liceos. Como docente se encargó de encaminar a jóvenes que luego se
convirtieron en muy buenos gimnastas, volibolistas, y por supuesto, en
levantadores de pesas.
“Es muy grato ver que aporté unos
cuantos granitos de arena para que esos muchachos se formaran como buenos atletas
y ciudadanos”, destacó.
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