Frank Gil, quien desafortunadamente ya no está físicamente con nosotros, lució como atleta en el levantamiento de pesas, pero mucho más como entrenador.
Egresó en la primera promoción de la carrera deportes, en su especialidad,
del entonces Colegio Universitario de Los Teques Cecilio Acosta.
En el Gimnasio Rafael Trómpiz, que funcionaba en el desaparecido Parque
Cecilio Acosta, se fajaba como ninguno en la preparación de sus pupilos,
quienes lucían en cada competencia.
Uno de ellos, Bryan Domínguez, fue estrella en las categorías menores. Por
eso la municipalidad lo incorporó al Salón de la Fama del Deporte Infantil
Miguel Elías Rojas Naidenoff.
Frank, además, resaltaba como juez, y como integrante de la Federación
Venezolana de Levantamiento de Pesas.
Asimismo, cumplió un excelente rol como director general en el Instituto Autónomo Municipal del Deporte y la Recreación de Guaicaipuro.
Participó activamente en la organización de los Juegos Deportivos Comunales
de Desarrollo, en sus primeras 6 ediciones, también en campeonatos nacionales
de varias especialidades que se disputaron en Los Teques, entre los años 2001 y
2004.
Su mayor preocupación fueron los atletas. Siempre tenía tiempo para
atenderlos y aliviarles sus dificultades.
Esa pasión por servir lo impulsó, entre otras cosas, a gestionar
alimentación para un grupo de pugilistas, que consiguió con la empresa
Pdvsa-Intevep.
Cada día disponía de una parte de su tiempo para almorzar, a fin de buscar,
con su propio vehículo, las comidas en la sede de la filial petrolera, y
llevarlas a los peleadores, que lo esperaban en el Gimnasio Manuel Mota.
Su idea, tan buena, la perfeccionó, convirtiendo un baño en la planta baja
del Palacio del Deporte, en una completa cocina para el primer comedor de
atletas de al menos todo el estado Miranda. Lamentablemente, no logró concluir
su obra.
Para rendirle un merecido homenaje, la municipalidad le colocó su nombre a
la principal instalación deportiva del sector El Pueblo, en su ciudad natal.
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