jueves, 30 de marzo de 2023

Nicasio Castro se fajó en las canchas

A Nicasio “Kaka” Castro le encantaba participar en caimaneras de todas las disciplinas, pero prefirió el fútbol. Lo practicaba en las canchas del Colegio Domingo Savio, espacios que luego ocupó la Universidad Católica Andrés Bello, en Los Teques.

Se ha coronado en los torneos locales en múltiples oportunidades, y con el equipo de toda su vida, El Vigía FC, representante del sector en el que creció.

Su primer maestro fue el indiscutible número 1 de nuestra región, Guido Tiberi, quien lo preparó en la grama del Instituto Preorientación, que funcionaba en donde hoy se encuentra la Estación del Metro Alí Primera. 

“El viejo Tiberi era muy buen entrenador, y excelente persona. Nos consentía mucho, nos trataba como si fuéramos sus hijos. Siempre nos daba café y chucherías en el negocio que tenía en el Bulevar Lamas. Se llamaba Café Deportes”, recordó. 

“Kaka” exhibía aptitudes naturales, por lo que a su instructor se le hizo muy fácil convertirlo en gran jugador. Por eso rápidamente fue llamado a incorporarse a la selección del municipio Guaicaipuro.

Relató su participación en el Campeonato Estadal Infantil 1968, en el que la tribu se enfrentó en la final a la oncena de Plaza.

“Los guareneros nos ganaron 4-0 el primer partido, que se disputó en su casa, pero en el segundo, realizado en tierra tequeña, los matamos 1-0. El gol lo marqué yo. Fue con cabezazo, aprovechando un centro que sensacionalmente, y desde la mediacancha, ejecutó   `Chicharrón´.  Fue a pocos minutos para la finalización. Todos mis compañeros, y hasta parte del público, me levantaron en hombros.  ¡Imagínate la emoción! Fue un momento muy feliz en mi carrera como deportista”.

Otra gran victoria la concretó con la selección categoría veteranos de El Vigía, en choque contra el Don Bosco F.C., de Boleíta.

“Ese equipo estaba crecido, porque recién llegaba de una gira por Europa. Claro, porque sus jugadores tenían plata y ellos mismos se costeaban los gastos. Pero nos dimos el gusto de matarlos, en su propia casa, 2-0. Uno de los tantos, que fue rastrero, lo marqué yo, con un fuerte derechazo.  El balón se metió durísimo por el lateral. Todo el mundo se quedó loco, porque era como un cañonazo, imposible de detener. Pero el segundo lo marcó mi amigo Alberto Colucci, quien para mi, ha sido el jugador más rápido en la historia del fútbol mirandino. Ese sí fue un golazo, para sellar con broche de oro aquella gran jornada que fortaleció nuestro gentilicio. Con ese triunfo logramos que los tequeños se sintieran orgullosos de nosotros, y por largo tiempo”.

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