domingo, 2 de abril de 2023

Albeo Otazo volaba con una bicicleta

Una de las más destacadas figuras del deporte venezolano de los años 60 y 70 fue el ciclista mirandino Albeo Otazo, quien brilló en una época en la que se apoyaba muy poco a los atletas. Creció en el sector Ramo Verde, de su ciudad natal, Los Teques.

Entre sus más importantes victorias, recuerda la que una vez consiguió frente al campeón panamericano de ciclismo, el trinitario Roger Gibbon, en 1965. Fue en el Quins Park Opalo de Trinidad & Tobago, en aquel tiempo uno de los circuitos más modernos de América.

Se disputaba la Copa Venezuela en un país en donde el ciclismo era el principal deporte, y la fiebre por presenciar una carrera era muy grande, especialmente porque uno de sus connacionales estaba ubicado entre los mejores del mundo. 


El pedalista tequeño estaba muy bien preparado, física y mentalmente para esa importante prueba, y además muy confiado en el triunfo. Sobre una bicicleta muy pesada, desactualizada y hasta fea, Albeo Otazo estaba dispuesto a derrotar a un héroe deportivo trinitario, y, además, en su patio.

Se da la partida de la Copa Venezuela

Todo el pueblo de Trinidad & Tobago parecía haberse metido en el Quins Park Opalo para disfrutar de cerca una nueva victoria de Roger Gibbon, pero a pesar de su favoritismo, ya muchos hablaban de las inmensas posibilidades del atleta venezolano, porque impresionaba por su seguridad, figura, y fortaleza. Sin embargo, el lógico vencedor para la mayoría era el del patio, por su trayectoria internacional, mientras que al venezolano no lo conocía casi nadie, y muy pocos en su propio país, hasta aquel día que gana esa inolvidable carrera.

Se dio la partida,  Roger Gibbon toma la delantera y se desprende para arrancar ensordecedores aplausos de sus compatriotas. Albeo Otazo reacciona y pronto se le ubica muy cerca, a solo dos bicicletas, y así, sin despegarse del líder, se mantiene hasta la última vuelta, cuando con impresionante remate deja con la boca abierta y lloroso a todo el mundo al liquidar por unos cuatro metros a Gibbon, un campeón panamericano de ciclismo que hasta el día de hoy, seguramente, no ha dejado de hablar de su verdugo venezolano.

El embajador de Venezuela, quien presenciaba la carrera junto a media docena de su  cuerpo diplomático, no encontró palabras para agradecer a su compatriota aquel extraordinario  esfuerzo que permitió ondear desde lo más alto la bandera amarilla, azul y roja, con sus estrellas, y que se escuchara en todo ese escenario las notas de nuestro hermoso himno nacional.

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