Rafael Pirela se inició en el deporte cuando apenas tenía 12 años de edad, fue en el beisbol, con el maestro Héctor “Caraotica” Román. Jugó con los equipos del 23 de Enero y Los Colegiales de la Escuela Guaicaipuro, ubicada en el mismo sector.
Pero al cumplir los 15 se decidió por la fiesta brava. Con el maestro
Isidoro Cardozo Olivares se preparó en la ya desaparecida plaza de toros de La
Macarena, en su ciudad natal, Los Teques, durante los años 1965 y 1967.
Fue una decisión muy dura, pues a sus padres no les gustaba la idea, y entre las profesiones de beisbolista y bombero, que se le presentaban en aquellos tiempos, continuó afanado a su proyecto de hacerse torero.
Siempre soñó en convertirse en un gran estoqueador. Su primer toro lo mató
en Tovar, en una corrida junto al afamado “Diamante negro” Luis Sánchez. De ahí
en adelante otras puertas se le fueron abriendo. Actuó en varias plazas de Los
Andes, en La Grita, en El Vigía, y en 1968 debutó en el Nuevo Circo de Caracas,
que era el más grande sueño de todo novel lidiador, como era él. Pero en esa
ocasión, desafortunadamente sufrió un percance, un animal muy bravo lo corneó
entre la clavícula y la separación del esternón, y se vio muy mal.
Los médicos aseguraban que él estaba tan mal que jamás volvería a torear.
Decían que de 100 operaciones similares solo uno se salvaba. Pero continuó
soñando y soñando con su recuperación hasta que a los pocos días apareció el
doctor Pedro Montes, quien lo examinó y le dio una luz al exclamar “este caso
es quirúrgico”. La operación resultó todo un éxito, y gracias a Dios él fue ese
uno que se salvaba.
Nuevos éxitos en su carrera no se hicieron esperar. Fue novillero en
México, y de allí partió hacia España, en donde se presentó en importantes
plazas como la de Madrid, entre los años 1971 y 1977, cumpliendo campaña con 40 o 50 novilladas para luego tomar la alternativa en Toledo, con el padrino
Manolo Arrusa, invitado azteca, y con el testigo Luis Francisco Splash, máximas
figuras de la época.
Asimismo, en Maracaibo, estuvo presente en una corrida en homenaje al Cy
Young Johan Santana, en la que otro grande, César Rincón, recibió 2 orejas y
rabo. El destacado big leaguer venezolano bajó y con esos trofeos recorrió la
plaza junto al emocionado matador, gran amigo de Rafael Pirela.
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