jueves, 13 de abril de 2023

Rafael Pirela brilló en la fiesta brava

Rafael Pirela se inició en el deporte cuando apenas tenía 12 años de edad, fue en el beisbol, con el maestro Héctor “Caraotica” Román. Jugó con los equipos del 23 de Enero y Los Colegiales de la Escuela Guaicaipuro, ubicada en el mismo sector.

Pero al cumplir los 15 se decidió por la fiesta brava. Con el maestro Isidoro Cardozo Olivares se preparó en la ya desaparecida plaza de toros de La Macarena, en su ciudad natal, Los Teques, durante los años 1965 y 1967.

Fue una decisión muy dura, pues a sus padres no les gustaba la idea, y entre las profesiones de beisbolista y bombero, que se le presentaban en aquellos tiempos, continuó afanado a su proyecto de hacerse torero. 

Siempre soñó en convertirse en un gran estoqueador. Su primer toro lo mató en Tovar, en una corrida junto al afamado “Diamante negro” Luis Sánchez. De ahí en adelante otras puertas se le fueron abriendo. Actuó en varias plazas de Los Andes, en La Grita, en El Vigía, y en 1968 debutó en el Nuevo Circo de Caracas, que era el más grande sueño de todo novel lidiador, como era él. Pero en esa ocasión, desafortunadamente sufrió un percance, un animal muy bravo lo corneó entre la clavícula y la separación del esternón, y se vio muy mal. 

Los médicos aseguraban que él estaba tan mal que jamás volvería a torear. Decían que de 100 operaciones similares solo uno se salvaba. Pero continuó soñando y soñando con su recuperación hasta que a los pocos días apareció el doctor Pedro Montes, quien lo examinó y le dio una luz al exclamar “este caso es quirúrgico”. La operación resultó todo un éxito, y gracias a Dios él fue ese uno que se salvaba.

Nuevos éxitos en su carrera no se hicieron esperar. Fue novillero en México, y de allí partió hacia España, en donde se presentó en importantes plazas como la de Madrid, entre los años 1971 y 1977, cumpliendo campaña con 40 o 50 novilladas para luego tomar la alternativa en Toledo, con el padrino Manolo Arrusa, invitado azteca, y con el testigo Luis Francisco Splash, máximas figuras de la época.

Después regresó a su patria, y en una feria de Mérida fue el triunfador frente a excelentes matadores como el español Espartaco, que era el primero en el escalafón, el mexicano Jorge Gutiérrez, americano con más victorias en España, y el gran Paquirri, entre otros.

Asimismo, en Maracaibo, estuvo presente en una corrida en homenaje al Cy Young Johan Santana, en la que otro grande, César Rincón, recibió 2 orejas y rabo. El destacado big leaguer venezolano bajó y con esos trofeos recorrió la plaza junto al emocionado matador, gran amigo de Rafael Pirela.

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