El tequeño Héctor “Caraotica” Román comenzó su carrera deportiva jugando baloncesto y voleibol, pero luego su pasatiempo preferido eran las caimaneras de beisbol.
Creció, fue buen jugador, y destacó entre los peloteros de su época, pero
no dejó pasar mucho tiempo para convertirse en entrenador.
Compartió con algunos verdugos del oficio, como los desaparecidos Manuel
Mota y Ernesto “Viejo” Aparicio, de quienes aprendió muchísimo.
Fue manager en incontables ocasiones de las selecciones menores de Guaicaipuro, y recuerda con agrado un torneo estadal en la categoría junior.
“Se jugaba una final en el Estadio Guaicaipuro, por allá, por los años 50.
Los anfitriones nos enfrentábamos a una selección de Brión, y cuando concluyó
el partido, ya era de noche, y la pizarra indicaba un empate a 4 carreras. Como
la instalación no tenía luz, Manuel Mota, que era el director de deportes del
estado Miranda, decide que el campeón del evento se definiría con una carrera
entre los dos managers. El de Barlovento, era un viejito, por lo que yo saltaba
y gritaba de alegría, creyéndome ganador. Teníamos que darle una vuelta al
estadio, y la partida se dio en el home. Cuando yo iba llegando a la meta, más
o menos a la altura de la tercera almohadilla, siento que ese viejo, de
apellido Quintero, me pasa como un rayo para dejar loco a todo el mundo y
apoderarse de la corona, que en varias ocasiones luego vi cómo se exhibía en
Higuerote”.
Destacó como pitcher
Fue muy buen lanzador. Asegura que una sola vez le conectaron cuadrangular.
Fue su hijo Darío Rubistein Román, quien estuvo a punto de firmar en las
grandes ligas. Otros de sus mejores pupilos fueron Mario Frío, y el multiatleta
Giovanni Tiberi.
“Me sentí muy mal cuando me enteré de la muerte de Giovanni. Era un jugador
excepcional, bateaba y fildeaba como muy pocos”.
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